“¡Menos contaminación, un carro menos! ¡No más ruido, un carro menos!” y yo buscaba la fuente de sonido, pero no veía nada hasta que frente a mí pasaron aproximadamente 30 ciclistas que trataban de enviar un mensaje a la sociedad que se encontraba el domingo en el centro de la ciudad de Monterrey por ahí de las ocho de la noche, todos con chalecos naranjas MUY visibles y en perfecto orden, de modificar los hábitos de transporte privado para así reducir la contaminación (smog, ruido, tráfico...) y es un cambio que inclusive a los "homo sapiens" que somos (algunos) nos sirve como ejercicio. Me llamó mucho la atención que un joven que era parte del grupo detuvo el tráfico y cuando terminaron de pasar sus compañeros levantó la cara, miró a los conductores y dijo “¡GRACIAS!”. De ser sincera, me quedé con la boca abierta de ver algo TAN EDUCADO y tranquilo.
Seguramente los medios no fueron informados, no se hizo un escándalo que todos voltearan a ver y que acabara con el orden público, ni mucho menos hubo personas lesionadas. Un grupo de personas en bicicleta preocupadas por la situación de la contaminación (que por cierto yo soy parte de todos ellos) queriendo poner un ejemplo de lo que se debe de hacer a estas alturas del partido, como están las cosas con el medio ambiente y que de seguir así no le queda mucho tiempo de vida. Nosotros habitantes debemos tomar las riendas y hacer algo al respecto.
¡Eso es responsabilidad social! grité (no estaba sola antes de que pienses algo mal de mí) y me quedé con una sonrisa en la cara “está padre esa idea, me agrada. Qué bueno que estén haciendo eso aquí aunque es algo difícil de lograr… pero ¡yo me les uno! ¡QUIERO UNA BICICLETA!” (claro, con eso me gané la mirada ‘rara’ de más de uno que estaba cerca de mí… la verdad no me importó).
Me tomó 100% por sorpresa ver a gente en bicicleta pidiendo que se usen menos carros, pero me gustó mucho, me emocionó y no solamente por el tema que estaban tratando sino la manera en la que la hicieron. Después de ver puras matazones, levantamientos, balaceras y a López Obrador, realmente fue grato ver una invitación pacifista en una ciudad como la nuestra, estoy segura que aunque cueste trabajo, algo se logrará
“Eso a mí no me afecta” o “ese no es mi problema” fue lo que observé en las caras de quienes vieron pasar a esa ‘bola’ de gente en bicicleta queriendo hacer algo positivo. Es triste que las personas se quejen de que el planeta está a punto de que le de un infarto fulminante y colapsar, que ya no tienen agua para tomar y que el tráfico es un asco pero no hacen nada para resolverlo ¿en qué contribuye el señor que no hace la afinación o la señora que aún utiliza las bolsas de plástico en el supermercado? La responsabilidad social es el compromiso que tenemos cada persona por nuestras propias acciones o lo que no hacemos y que generan un impacto en la sociedad, si además le agregamos la palabra “ambiental” a ese concepto y hablamos de la responsabilidad social ambiental involucramos un poco más, no solamente nuestra casa-habitación-cemento, sino el hogar que TODOS tenemos y al que debemos ayudar URGENTEMENTE.
Hans Jonas propone un imperativo que, siguiendo formalmente el imperativo categórico kantiano ordena: “obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra”. Éste imperativo se conoce como el “principio de responsabilidad” y es de gran importancia en ecología y derecho ambiental. (Wikipedia-Responsabilidad Ambiental)
No se trata sólo de sembrar arbolitos y no tirar la basura en la calle, que ya es bastante. Nuestras actitudes también pueden afectar o beneficiar al ambiente en general, debemos ser un poco (MUCHO, más bien) más consientes sobre lo que está pasando y cómo pretendemos resolverlo, si es que queremos hacerlo porque me he dado cuenta que somos realmente pocos a los que nos interesa actuar y no solo hablar = quejar.
Esta escena de 20 segundos me dejó muchas lecciones, me hizo interconectar varios temas que no hubiera pensado antes y me animó aún más a involucrarme en esta aventura de limpiar el mundo. ¡Vivan las bicicletas y el transporte público! (y más si le hacen la afinación).
Y tú ¿estás dispuesto a sacrificar la comodidad del automovil por salvar una flor?
Ci vediamo.
ana.mto